23 de diciembre de 2024

EN LA OPINIÓN DE ...

Son cientos las leyendas que se han escrito en las Calles Chilangas, historias que han pasado de generación en generación y que llenan con un halo de misterio las calles, edificios y recintos de nuestra Ciudad, una de las primeras que aprendí fue la del Cristo negro o el Señor del Veneno, de la Catedral Metropolitana.

Cuenta la tradición que el Señor del Veneno salvó a un hombre al que pretendían envenenar, absorbiendo el líquido mortal, por lo que cambió su color a negro. Desde entonces se le adjudican innumerables gracias. La imagen fue fabricada con pasta de maíz y es la imagen más venerada en la Catedral Metropolitana de México. Originalmente se encontraba en la Parroquia de Porta Coeli, pero fue trasladada a la Catedral en 1935.

Hoy lo podemos encontrar justo al entrar a la Catedral Metropolitana, en el Altar del Perdón y no ha habido día que encuentre solo este espacio, siempre observo a alguien rezando a la imagen o sentada en las bancas dispuestas frente a él.

La historia en torno al milagro que originó al Señor del Veneno ha ido cambiado entre sus fieles que durante muchos años lo han venerado. Relatan que los antiguos dominicos del Colegio de Porta Coelli, veneraban la imagen del Cristo, pero había uno en especial, que le rezaba todas las mañanas y al concluir su oración acostumbraba a besar los pies del Cristo como forma de veneración.

Una mañana, el padre escuchó en confesión a un hombre, con graves pecados como robo y asesinato, tras ello el sacerdote confesor indicó una penitencia que desagradó y enfureció al hombre, tenía que entregarse a la justicia y tratar de enmendar su error.

Por casi obviedad, el personaje en cuestión no quería afrontar a la justicia y tras la incertidumbre de que el padre delatara su confesión, decidió asesinarlo: así que puso veneno de efecto retardado en los pies del Cristo, para que cuando el sacerdote lo besara por la mañana, muriera. El hombre escondido en el templo espero paciente. Su sorpresa fue desmedida cuando el padre, al terminar la oración e intentar besar al Cristo, quedó paralizado frente a la figura que se había teñido de negro. El santo absorbió el veneno.

El hombre escondido no pudo pasar por alto el milagro: el Cristo había salvado a sacerdote. Así que salió y se arrodilló frente a la imagen, suplicando perdón por sus crímenes y entregándose a la justicia.

Nuestra historia no acaba aquí, porque existe otra versión, que involucra a algunos personajes de la entonces Nueva España, el primero Don Fermín Andueza, según la leyenda, un hombre de gran humildad y devoción, que acostumbraba a dar beneficencia a los pobres, ayudar a la Iglesia y venerar la imagen de Cristo, pero, por sus grandes ganancias como empresario provocaba la envidia de Don Ismael Treviño, un sujeto adinerado y poderoso que no corría con la misma suerte.

Como toda buena historia en la que los celos, envidia y odio alteraron el alma de Treviño, hicieron que crecieran sus ansias de asesinar a Don Fermín.

Israel Treviño le obsequio a Don Fermín como ofrenda de amistad un pastel que escondía veneno y que al consumirlo lo mataría lentamente. Don Fermín en su rutina diaria desayunaba pastel, porque estamos casi seguros que los pasteles formaban parte del desayuno, según esta versión, me gusta pensar que también puso ser en la cena o a la hora del té, pero sigamos con el desayuno: pastel con chocolate. Al terminar su desayuno, se dirigió a la iglesia a rezarle al Cristo. Su “amigo” Treviño lo siguió y se escondió en la iglesia sin que nadie lo notara y al término de su oración Fermín beso los pies del Cristo, de repente las voces de los fieles que se encontraban allí empezaron a escucharse puesto que la imagen cambió de color.

Ambas versiones se dieron en la Iglesia de Porta Coeli, antiguo Colegio Dominico, del que hoy sólo observamos la Iglesia, lo demás fue convertido en cajas de zapatos con ventanas, pero se han convertido en una de las secciones del Centro Histórico, con más visitantes, por sus tiendas de telas y recuerdos. Existe una versión más, que involucra al Obispo Gaytán, Alonso de Miranda y Gaspar de Nuño, en un triángulo parecido al de don Fermín y que pueden encontrar en algún fascículo de “Tradiciones y Leyendas de la Colonia”, que pueden encontrar dándose una vuelta por Donceles.

Volviendo al Cristo y mezclando la historia, se dice que tiempo después la imagen fue replicada, pues el fervor de los devotos, provocó un incendio, originado de las velas colocadas a los pies del Cristo, y que con las cenizas del mismo replicaron su imagen que permaneció hasta finales del siglo XIX, hasta 1952, que tras el convenio que se hizo entre la Iglesia Greco-Católica Melquita, que actualmente conserva el usufructo y a la que debemos la decoración actual; con la Iglesia Católica Romana, la imagen se trasladó al Altar del Perdón, en la Catedral Metropolitana y otra se quedó en el templo y puede observarse en la entrada. Recuerdo a mi abuela decirme que el original era el de la Iglesia de Porta Coeli, pero creo que no lo sabremos muy bien.

Aunque una restauración del 2018 y que corrió a cargo del INAH y el Fomento Cultural Banamex, reconoció que la imagen no se encontraba en buen estado de conservación, pues fue intervenida hacía unos cincuenta años, pero sin la técnica correcta, por lo que fue necesario corregir los errores cometidos entonces, además de garantizar para el futuro el valor artístico, histórico y religioso de esta imagen, que además, se encontró, es originaria de Michoacán y data del siglo XVI o principios del XVII.

La leyenda se mezcla con la historia, pero siempre he creído que las leyendas nos hacen imaginar en pasados lejanos y no tan lejanos, tejiendo entre sus relatos mezcla de verdad con mentira, pero que conservan en el imaginario colectivo parte de nuestra esencia como contadores de historias. No sé muy bien si es réplica o es el original, sé que la versión que más me gusta involucra un pastel de chocolate, pero de lo que sí estoy seguro, es recordar a mi abuela rezar frente a él, a mí mamá hacerlo también y cada que paso a la Catedral, observo a la gente y su devoción, porque el Señor del Veneno, también tiene fama de milagroso.

Si quieren festejarlo, la fiesta religiosa en su honor se celebra el tercer viernes de octubre, aunque también todos los viernes, a las 12 del día, se oficia la misa en su honor.

¿Y ahora de qué escribo?… nos leemos en la siguiente.

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