23 de diciembre de 2024

EN LA OPINIÓN DE ...

“Para ofrecer una solución a estas necesidades es importante, sobre todo, garantizar que los sistemas alimentarios sean resilientes, inclusivos, sostenibles y capaces de proporcionar dietas saludables y asequibles para todos”

Papa Francisco, a los participantes en la XLII Conferencia de la FAO

En la última década, el número de catástrofes meteorológicas extremas se ha duplicado, las cosechas han disminuido y los precios de los alimentos han subido como consecuencia. La crisis climática está haciendo aún más notaria la falta de alimentos alrededor del mundo y hoy en día con nuestros sistemas alimentarios conectados globalmente, el riesgo se transmite a una creciente población mundial inequitativamente distribuida.

El sistema alimentario actual se compone de producción, transporte, transformación, envasado, almacenamiento, venta al por menor, consumo, pérdidas y residuos. Este complejo sistema, alimenta a la gran mayoría de la población mundial y sostiene los medios de vida de más de mil millones de personas.

De acuerdo con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), desde 1961, el suministro de alimentos per cápita ha aumentado más del 30%, acompañado de un mayor uso de fertilizantes nitrogenados (aumento de cerca del 800%) y de recursos hídricos para el riego (aumento de más del 100%).  Sin embargo, se calcula que 821 millones de personas están desnutridas, 151 millones de niños menores de cinco años sufren retraso en el crecimiento, 613 millones de mujeres y niñas de entre 15 y 49 años padecen deficiencia de hierro y 2.000 millones de adultos tienen sobrepeso u obesidad.

Aunque el sistema alimentario está sometido a la presión de factores de estrés no climáticos como, por ejemplo, la guerra en Ucrania, el crecimiento de la población y la demanda de productos de origen animal también está estrechamente ligado al cambio climático. Estas tensiones climáticas y no climáticas están afectando a los cuatro pilares de la seguridad alimentaria que son la disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad de los alimentos.

El cambio climático ya está afectando a la seguridad alimentaria por el aumento de las temperaturas. El cambio de los patrones de precipitación y la mayor frecuencia de algunos fenómenos extremos, tienen una implicación directa en la estabilidad del sistema de producción de alimentos. Podemos voltear a ver a los agricultores de Nuevo León afectados por la falta de agua, y es que el aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos como la sequía y las inundaciones supondría una gran amenaza para la estabilidad, tanto si el impacto es doméstico como a través del mercado mundial de alimentos.

Si el cambio climático reduce la cantidad de alimentos producidos, es lógico que también reduzca la cantidad de alimentos a los que la gente puede acceder. Sin embargo, este simple caso de oferta y demanda tiene grandes repercusiones. La frecuencia y la magnitud de las emergencias alimentarias podrían aumentar, como resultado de las complejas interrelaciones entre los conflictos políticos y la migración en un contexto de mayor competencia por los recursos limitados, para esto, los invito a que pongamos en contexto la falta de recursos y las olas migratorias en América. Sin duda, tenemos que combatir los efectos negativos del cambio climático en la seguridad alimentaria de muchas maneras diferentes: disminuyendo las emisiones de efecto invernadero para reducir el cambio climático que se está produciendo; mejorando la resistencia del sistema alimentario mundial al cambio climático; y desarrollando sistemas más sostenibles para la disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad de los alimentos.

Foto: Cortesía tomada por el señor Luther L. Weathers.

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