Eran mediados del 2017 y principios del 2018 cuando el movimiento de regeneración nacional (morena), entonces, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, recorría las entidades del país para convocar a un gran acuerdo político de unidad nacional. 

El objetivo era claro, se requería sumar a todos los sectores sociales para sacar a la mafia del poder y así ganar la presidencia de la República, la mayoría de los congresos locales y las dos cámaras federales.

La respuesta fue positiva, pues acudieron al llamado activistas, organizaciones, colectivos, ciudadanos y actores políticos de distintas procedencias para firmar el acuerdo y estar del lado correcto de la historia. 

Los resultados de este gran esfuerzo están a la vista, se ganó la presidencia, varias gobernaturas, incluída la Ciudad de México, mayorías en los congresos y una cantidad importante de municipios, alcaldías y concejalías. Lo anterior fue posible gracias al motor del obradorismo sin duda alguna, pero la unidad y la organización resultaron claves; la camaradería y fraternidad necesarias, la altura de miras indispensable, y el entendimiento y dialogo algo irrenunciable. Solo así pudimos sacar del poder al neoliberalismo más rancio y podrido de las tres últimas décadas y solo así podremos mantenerlo a raya en el futuro. 

Ahora, en el último tramo del 2023, la coyuntura que vivimos en la capital mexicana nos interpela a todas y todos por igual, no es ningún secreto que la derecha codicia gobernar el bastión histórico de la izquierda, que es además el epicentro cultural, económico, social y político de la nación; es el lugar de la gran Tenochtitlán ni más ni menos.  

Tampoco es ningún secreto que las mafias del pri, pan y los restos que quedan del prd, harán todo lo que esté en sus manos para  ser competitivos y ganar la jefatura. Ante esta situación debemos encarar nuestros anhelos, deseos y aspiraciones con humildad y generosidad, pero sobre todo mirando por el bien de los que menos tienen, de los desprotegidos, de la gente de a pie que son en esencia la principal motivación de nuestro movimiento.  

En nada abona a un proyecto de transformación nacional enfrascarse en pugnas internas que solo le harán el juego a la derecha. El pulso de las definiciones políticas la propia gente lo irá marcando, pues escuchar al pueblo es el mejor antídoto para superar las eventuales diferencias que se pueda suscitar. Como dice nuestro presidente confiar en el pueblo es lo que nos ha permitido salir adelante en distintos momentos críticos. 

Hoy se hace indispensable que desde los liderazgos de la ciudad se muestre una actitud ejemplar y se ponga por delante el interés general, pues quien encabece la coordinación de los comités de la 4T en la Ciudad se enfrentará al enorme reto no solo de conservar la capital, sino de recuperar las alcaldías arrebatadas por la mafia prianista en el 2021, así como las diputaciones locales y federales. 

Se trata de una tarea monumental que requiere de toda la entrega, coordinación, dedicación y empeño de nuestro movimiento, gastar energías en otros propósitos solo abrirá las puerta a los señores de los cárteles inmobilarios, de los moches, de la corrupción y de los ambiciosos vulgares. 

Corren tiempos de transformación profunda, y como nunca antes tenemos la oportunidad histórica de dar un ejemplo de madurez y altura de miras, de congruencia y gratitud con nuestra amada ciudad y con el gran legado obradoristas.

Resulta necesario mandar un mensaje de unidad y civilidad, siendo voceros del cambio verdadero y no promotores de la división. Se vale tener simpatías y diferencias es algo natural y hasta necesario, nada de pensamiento único, pero también se vale un esfuerzo por mantener el diálogo abierto, la escucha activa, la cordialidad, la fraternidad y la unidad de nuestro movimiento.  

No le podemos fallar al pueblo de nuestra gran capital porque como decía Guerrero: “La Patria es primero”, y el pueblo de la Ciudad de México es mucha pieza.