14 de noviembre de 2024

EN LA OPINIÓN DE ...

“Yo ya no sé si somos de los nuestros,
Si llegaremos a Ítaca, quizás sea lo de menos”.

Ismael Serrano

No han quedado atrás los 6 del Barça, los 3 del América, los 3 de San Luis, los 5 de Santos a los Pumas, ni el proceso interno de renovación de Morena. Se habla de “vestidor roto”, concepto usado para describir los roces al interior de un equipo. Los conflictos suelen ser intensos en la intimidad de los vestidores, hay rencores irreconciliables, hay egos, hay reyertas a golpes; sin embargo, los jugadores deben salir a la cancha con el mejor semblante, comunicando unidad, fuerza. A veces los problemas a la interna son tan notables que resulta imposible ocultar un vestidor roto. 

He visto a las mejores mentes de mi generación decepcionarse del partido. He visto amigos cambiarse de equipo luego de algunas derrotas. Lo curioso es que ahora veo amigos bajarse del barco luego de las recientes victorias.

Es evidente que en Morena hay grupos antagónicos, unos a otros se acusan de sectarismo, pragmatismo, obradorismo. Fricción entre “moderados”, “puros”, “impuros”, “sekta”, “ultras”; claudistas, marcelistas, adanistas, monrealistas. ¿En cuál de esas coordenadas andará uno?, ¿cuáles son de los nuestros? A veces me encuentro con camaradas, junto a los cuales caminé años atrás, y parecen enfermitos de poder. Debe ser el costo de subir a un ladrillo, o a las alturas de una hoja de papel, pero incluso frente a esos compas mareados debería aspirarse a la unidad.

Por más que sostengamos la idea de que Morena es un partido-movimiento, en realidad sabe a lo primero, y es legítima la preocupación de vivir lo que ocurrió con el PRD a la llegada de los chuchos. Para esta enfermedad la vacuna está en el debate. Mientras la discusión se haga desde una postura de absoluta congruencia, bienvenida sea la disputa interna. Es mejor dejar de señalar a las y los compas por su trayectoria, y juzarlos por su actuar en congruencia con los estatutos. 

A mí ya casi no me importa de dónde vengan nuestros jugadores: de la cantera, del Cruz Azul, de la segunda división de Brasil, o de ganar todo con el Barça.

Preocupa la cerrazón: Que si respaldas a tal, ya no te contemplamos con cual. ¿Por qué escribiste en Facebook aquello que todos sabemos que no se debe decir, pero es verdad?; te voy a acusar con tu “jefe político”, mandándole screenshot para que pierdas el trabajo. Esas mañas insalubres no son fair play, son barridas por detrás y dentro del área. Se debe recordar que juego sucio contra defensa propio, también es causa de amonestación. 

En los dosmiles, formé parte del movimiento que colegas nombraron como “Frente universitario de apoyo crítico a López Obrador”, y fui de quienes, en 2018 prometió apoyar con la crítica interna, pero no lo hicimos por “no hacerle el juego a la derecha”, y sin embargo, aquella promesa nos hizo perder empleos, amigos y espacios. Un día se me señaló por apoyar a Estefanía Veloz en su crítica a Muñoz Ledo y hoy no hay quien dé un peso partido por la mitad en favor de don Porfi. Un día Ricardo Mejía apoyaba al impresentable Ricardo Anaya, y hoy está haciendo un buen trabajo en la Subsecretaría de seguridad pública. 

Por eso digo que tampoco hay que asustarse con el debate. Es momento de señalar, de hacer crítica y luego ponerse a reconstruir el movimiento. El presidente no será eterno y debe dejar de caer toda responsabilidad en él. Hay que dar vuelta a la página, guardar la matraca y atemperar los ánimos dentro del vestidor, hay que hallar las coincidencias. Si no es ahora, ¿cuándo?, si no es aquí, ¿dónde? Si no somos nosotros, ¿quién?

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