22 de diciembre de 2024

EN LA OPINIÓN DE ...

¿Quién no ha evadido un gato negro por la calle o temido al martes 13? Seguramente en alguna ocasión nuestro lector encomendado a un objeto, un pensamiento o amuleto para evadir la “mala suerte”.

Esta creencia es parte de nuestra psique como seres humanos, desde que comenzamos nuestro caminar sobre esta tierra buscamos la explicación a eso que no conocemos, lo que no podemos explicar ¿cómo? Pensando que todo el orbe está unido, secretamente, por hilos invisibles y que una fuerza (positiva o negativa) lo controla todo. Algunas veces llamamos a esa fuerza dioses, suerte…, así la etimología de esta palabra según el Diccionario etimológico de Chile viene de la palabra: “sortis que se refería a una división de tierra de trabajo. No todas las tierras son iguales.

Unas tierras son más productivas que otras y de ahí su sentido de fortuna”. Es así que el ser humano basado en el pensamiento analógico construyó simbólicamente conexiones entre sus semejantes y la naturaleza para comprender y explicarse el mundo. Esto es lo que llamó el antropólogo James George Frazer magia (1854-1941) en su obra La rama dorada (Magia y religión) magia simpatética ésta se divide en dos: “homeopática y por contagio. La primera, dicta que lo semejante produce lo semejante, o que un efecto es similar a la causa; mientras que la segunda estipula que algo que está en contacto con otra cosa influye sobre esa cosa aun después de perder contacto con ello” (pp. 33, 34).

En este sentido es lógico pensar, que si se toma el un pedazo de tela del atuendo de una persona y se elabora un muñeco de barro o cera se puede influir en su vida o que si nos encontramos en la calle con un gato negro (color de la noche y lo insólito) es “natural” que pueda afectarnos. En consecuencia, este tipo actitudes ritualizadas acompañan a los individuos hasta el día de hoy. Lo podemos comprobar, por ejemplo, en los consejos de las abuelas al no tocar la “mollera” (unión del cráneo) de los bebés porque pueden tomar un “mal aire” o en la firme convicción de que una medalla de San Benito protegerá a su portador contra todo mal. Así a lo ancho y largo de América, y en otros continentes, se afianza la suerte con algún objeto o comportamiento. México no podría ser la excepción, sobre todo en la multiétnica y cosmopolita Ciudad de México donde en dirección del Oriente de la ciudad se encuentra un mercado muy singular: “el de Sonora” donde lo mismo se puede encontrar loza, juguetes, algún amuleto, loción para atraer al ser amando o para hacer que su negocio vaya mejor. Inaugurado el 23 de septiembre de 1957 este sitio se ha convertido para los capitalinos como una suerte de subterfugio esotérico donde curar sus males.  Suponemos que la advocación mística del mercado proviene de la venta de las plantas medicinales, cuyo uso se remonta a los tiempos prehispánicos y que aún pervive entre la población.

Aquí podemos encontrar desde jabones para atraer el amor, lociones de las “7 potencias”, cartas o runas para leer el destino, etcétera. Caminar por el pasillo 8 del mismo trasporta al cliente a otra dimensión. De esta inmersión antropológica urbana y porque no decirlo, de curiosidad, la articulista encontró varios productos con usos múltiples, pero 2 llamaron mi atención: “Legítima loción: ven dinero” y “Genuina loción: llama cliente” las dos en presentaciones pequeña, de medio litro o de litro. De entrada, la gráfica vintage atrapa al observador porque los tres tonos hechos en serigrafía es una técnica que nos remonta al México de los años 60´ o 70´. En segundo lugar, los símbolos que rodean a la mujer que está en el centro son signos de fortuna y “buena suerte” en el ideario colectivo: el dinero, el número 7, los dados, la olla de oro y la herradura. Mientras que la loción “Llama cliente” muestra a varios individuos pidiendo desaforadamente cosas a una vendedora. Es así como podemos constatar porque, aunque el pensamiento se vista de “científico”, analógico se queda o por lo menos en estos lugares maravillosos vemos como convive el pensamiento arcaico con las modernidad tecnológica y digital. Así que los y las invito darse escudriñar estos lugares porque recuerden: ¡yo no creo en brujas, pero de que las hay las hay” por ello siempre hay que llevar una protección!

Para saber más puedes consultar:

1.- “Mtro. Alfonso Hidalgo: impresor de etiquetas esotéricas”:

  • 2.- “Mtro. Alfonso Hidalgo…segunda parte”:
  • 3.- Frazer, James (1981) La rama dorada (Magia y religión), México: FCE, pp. 842. En línea: 

https://home.iscte-iul.pt/~fgvs/Frazer

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