La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), define al migrante como cualquier persona que se desplaza, o se ha desplazado, a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia.
Desde tiempos antiguos, se tiene registro de que la humanidad se encuentra en constante tránsito. Diversos son los factores que han motivado a la migración de las personas tales como la violencia derivada de la delincuencia en su país de origen, la persecución en general, los desastres naturales, pero principalmente la pobreza extrema y la falta de empleo; éstas últimas siendo la principal causa en los países de Centroamérica.
A lo largo de la historia hemos sido testigos de grandes sucesos migratorios que han permitido a las organizaciones internacionales trabajar conjuntamente con los gobiernos para el reconocimiento y salvaguarda de los Derechos Humanos de las y los migrantes. Tal es el caso de lo acontecido a mediados del siglo XIX y hasta la primera Guerra Mundial en donde millones de personas, siendo perseguidas y en situación de pobreza, dejaron el sur y el este del continente europeo para emigrar hacia tierras Latinoamericanas; sin olvidar que unos tres millones de rusos salieron de su país con destino a Polonia, derivado de la revolución rusa.
Posteriormente, a consecuencia de la segunda guerra mundial, Europa se encontró en condiciones deplorables, dejando a millones de personas sin hogar y trabajo, por lo que aparecieron movimientos descontrolados de migración, como lo fue el de unos 7 millones de personas de origen alemán, que fueron expulsadas de Polonia y Rusia y se reasentadas principalmente en Israel, África del Sur, Escandinavia, Francia y Argentina.
La relación México – Estados Unidos también tiene su historia migratoria, ya que de los años 40’s a 60’s se permitió la entrada controlada al país del norte, de más de 4,5 millones de agricultores mexicanos, resultando el sector campesino con experiencia el más solicitado, con el fin de cultivar y cosechar en ingenios azucareros ubicados en la región de Stockton, California. Esto se replicó en otras regiones del país vecino y proveyó de mano de obra para el mercado laboral agrícola.
En los años 60’s, el triunfo Fidel Castro en Cuba, provocó una migración de cientos de miles de cubanos hacia Estados Unidos; en gran parte profesionales y miembros de la clase alta y la clase media, asentándose principalmente en la Florida; como resultado, Miami se convirtió en un destino para los inmigrantes latinos, tanto de Cuba como de otros países latinoamericanos. Asimismo, poco antes y luego del asesinato del dictador Trujillo en 1961, los dominicanos emigraron a Estados Unidos, particularmente el área del Nueva York, siendo su principal motivo la escasez de empleos.
Derivado del conflicto Bélico actual que se presenta en Ucrania, se estima que aproximadamente 5 millones de personas han salido de este país, siendo Polonia la principal nación en registrar refugiados con más de 3 millones de personas; los demás se han establecido por toda Europa.
A finales del pasado mes de junio, fuimos conmocionados luego del hallazgo de un tráiler abandonado a unos 240 kilómetros al norte de la frontera de Estados Unidos con México, el cual en su interior transportaba a 67 migrantes de diversas nacionalidades, de los cuales la suma total de fallecidos fue de 53 entre niñas, niños, mujeres y hombres, cabe señalar que 27 eran mexicanos; finalmente seres humanos que su único propósito era una mejor vida para sus familias y se quedaron a un paso de lograr el anhelado sueño americano.
Estos hechos no son nuevos, de manera cotidiana los medios de comunicación nos muestran la cruda realidad que viven los migrantes al intentar cruzar a los Estados Unidos, siendo víctimas de la delincuencia organizada que se aprovecha de la necesidad para después dejarlos a su suerte en camiones, camionetas, en el desierto o en balsas; unos cuantos lo logran, otros, en el mejor de los casos son detenidos por autoridades migratorias y deportados a sus países de origen, sin embargo, a muchos los espera la muerte en la frontera.
Mucho se ha comentado que entre los gobiernos de México y Estados Unidos se están generando las políticas públicas que atiendan el problema migratorio, sin embargo, la realidad es que ninguno acepta la responsabilidad que conlleva la atención a estos grupos de personas o pareciera que se encuentran rebasados.
Estados Unidos por su parte, ha solicitado a México que las y los migrantes que entren por la frontera sur, se queden en nuestro país hasta en tanto se resuelva su situación migratoria, la cual por cierto, resulta deficiente ya que ni el 10% de solicitudes para acceder de manera legal al país fronterizo, es aceptada. Asimismo, la respuesta del Gobierno de México, no ha sido el rechazo a los migrantes, sino la colaboración en conjunto entre ambas naciones, para tratar el tema migratorio como un tema de derechos humanos, otorgando con ello garantías en temas de salud, empleo, vida digna, no discriminación, así como acceso a la justicia.
No podemos dejar a un lado el tormentoso camino que recorren los migrantes en busca del destino final, ya que suelen ser víctimas de robo, homicidios, violaciones, acosos, prostitución, entre otros delitos; sin dejar de mencionar el abuso del poder por parte de quienes ejercen el servicio público, así como la discriminación de la población en general.
En consecuencia, tenemos frente a nosotros a la llamada moderna esclavitud, la cual consiste, como en la antigüedad, en aprovecharse de la situación de las mujeres y hombres que por cuestiones, en su mayoría ajenas a ellos y su necesidad de sobrevivencia, son explotados de diversas maneras. Por ello la importancia de reconocer que todas y todos los seres humanos, merecemos respeto, derecho a una vida digna, a la libertad, a la libre expresión, a la no discriminación, a la igualdad de condiciones, pero sobre todas las cosas, el derecho a la vida. Cuando miremos a las y los migrantes como personas que merecen ser dignificados y protegidos y no como mercancía, sabremos que hemos dado un paso más para la evolución social.
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