El próximo domingo se llevarán a cabo elecciones estatales en seis estados de la Republica para definir a los titulares del poder político administrativo. La población de Durango, Tamaulipas, Aguascalientes, Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo acudirán a las urnas en sus distintas localidades; algunas personas se encuentran entusiasmadas por el inevitable cambio de poder que habrá en sus estados, otros con el desanimo de no encontrar un proyecto alternativo al hegemónico nacional, y unos más se abstendrán ante tales escenarios ¿Qué opciones políticas tiene la ciudadanía? Todo parece indicar que no hay contrapropuesta.
Imaginemos que nos asumimos como opositores al gobierno, que no simpatizamos con el presidente ni con su proyecto de nación. ¿Qué alternativas tenemos como ciudadanos opositores este cinco de junio? Es explícito que a la oposición le faltan ideas, proyectos, ideólogos y liderazgos que aglutinen a los sectores conservadores en descontento. Y no solo a los sectores conservadores, sino también a sectores asumidos progresistas que distan de estar de acuerdo con algunas acciones del Ejecutivo Federal. Se podrán tener distintas razones del por qué se encuentran tan desmoralizados y carentes de insumos políticos para reagrupar fuerzas, pero lo cierto es que todo tiene que ver con la propia composición de sus élites de las últimas dos décadas, así como el sistema de integración de individuos a estas.
Después de la recomposición de élites políticas y económicas a raíz de la crisis de los ochenta, el Salinismo constituyó un nuevo cuerpo político agrupado por distintos personajes ya bien conocidos en la política nacional e internacional. Salas Porras (2014) explica de manera ejemplar los mecanismos estructurales que permitieron esta recomposición, siendo estos el contexto histórico internacional con el agotamiento del modelo desarrollista; la formación de equipos de trabajo con visiones predominantemente neoliberales; las trayectorias académicas, privadas y sociales de los altos funcionarios públicos; el tipo de reformas estructurales impulsadas por estos; su fácil tránsito entre posiciones públicas y privadas, así como las redes que estos funcionarios mantuvieron entre organizaciones, centros de pensamiento y empresas transnacionales.[i]
Las prácticas sociales de estos personajes permiten observar el tipo de alianzas constituidas por ellos, destacando por supuesto las alianzas con poderes internacionales ajenos a las necesidades de la población. La esfera pública nacional se mezcló con la esfera pública y privada internacional. Basta con ver a nuestros expresidentes, como Ernesto Zedillo, miembro de consejos administrativos de distintas corporaciones internacionales y como académico de la Universidad de Yale; Felipe Calderón ostentando cargos en la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y el ya tan sonado escándalo de la semana, la visa dorada de Enrique Peña Nieto en España por su calidad de gran inversor. Los altos burócratas de sus respectivas administraciones han tenido destinos similares. O peor aún, algunos han sido detenidos por la INTERPOL y están llevando procesos judiciales en su contra.
Estos personajes se convirtieron en intermediarios para la concentración de poder de grandes consorcios y empresas. Las reformas estructurales de sus gobiernos y los paupérrimos resultados para la población mexicana son la mejor expresión de esta caracterización para nuestros exmandatarios y exfuncionarios públicos. Nunca hicieron una alianza con el pueblo, siempre priorizaron su movilidad social en la escala internacional. Pero al estar tan preocupados por esa ascendencia que les abría la alta burocracia y los espacios decisionales de poder, olvidaron por completo que, para poder continuar con las ideas, instituciones e intereses de grupo que plasmaron en sus sexenios, y también sus antecesores, había que dejar a sujetos listos que pudieran dar continuidad a su proyecto político económico. Esto no sucedió así.
Se podría bautizar como “juniors del Salinismo” a todos estos altos burócratas que se olvidaron de lo esencial, o tal vez, por su propia condición social y política nunca se enteraron, y es que no se puede dar pasos sin aglutinar demandas de quienes los colocan en los espacios de poder. Para su desgracia, México es un país con más de la mitad de su población en condición de pobreza, decenas de millones, y también, la pobreza extrema es algo que todos los días se asoma en nuestro horizonte; vivimos en un país con una fuerte desigualdad social que sus antecesores agudizaron, gracias a las grandes reformas estructurales que proclamaban. Su práctica discursiva de progreso, de obras faraónicas y modernización, racionalidad y supuesta cientificidad en su actuar, son relatos de significados vacíos para una población que vive al día, que no sabe si podrá salir la siguiente quincena por las deudas que los apremian o por los gastos que no pueden postergar con el salario mínimo que nos dejaron sus antecesores.
A estos personajes se les olvidó que dentro de sus propios grupos había que dar oportunidad a sujetos no tan blancos, más de pueblo, de abajo como dicen; alguien que se incorporara a sus tareas políticas y a sus espacios de organización. Lo que no le gusta a la oposición es que se le restriega en su cara su incapacidad para movilizar; o mínimo intentar aglutinar el descontento social de la gente que no simpatiza con el presidente. Cuando se carece de un proyecto político y administrativo, podrá haber millones de personas inconformes, pero nunca podrán aglutinarlas en torno a sus propias narrativas, ni con campañas de noticias falsas que, tristemente, se han convertido en su única herramienta política.
Este domingo el proyecto político de nación que se encuentra en el poder arrasará en las urnas, porque sus propuestas son propuestas que entiende el pueblo y que tienen razón de ser para la población. Arrasará porque después de décadas la gente tiene una opción diferente a lo que habían conocido durante un largo tiempo en sus estados; porque la lógica amigo/enemigo que discursivamente practica el Ejecutivo Federal les hace mucha más razón pues toca sus necesidades, pero sobre todo, toca sus vivencias cotidianas. Algo que, quienes reintegraron los espacios de organización de la oposición no pudieron entender. No hay contrapropuesta programática ni discursiva, y se nos revela poco a poco que difícilmente existirá una en los próximos años.
[i] Para un mejor entendimiento de estos mecanismos véase Salas-Porras, Alejandra (2014). Las élites neoliberales en México: ¿cómo se construye un campo de poder que transforma las prácticas sociales de las élites políticas? Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales⎥ Universidad Nacional Autónoma de México| Nueva Época, Año LIX, núm. 222 ⎥ septiembre-diciembre de 2014⎥ pp. 279-312⎥