Después de una histórica gira a Centroamérica y el Caribe, el presidente Andrés Manuel ha dejado muy clara la postura presidencial respecto a la Cumbre de las Américas, al mencionar que no asistirá presencialmente si no se elimina el veto por parte de Estados Unidos a naciones amigas como lo son Cuba, Nicaragua y Venezuela. Distintos internacionalistas hablan de una pésima postura por menoscabar los intereses nacionales, pero ¿se están dañando los intereses nacionales, o se trata de una propuesta diferenciada de integración regional?
Al formar parte del subcontinente norteamericano, y debido a los gobiernos federales que México experimentó en la primera década del siglo XXI, el Estado mexicano se ha encontrado lejos de poder unirse a las propuestas de integración regional de los países latinoamericanos, entre los que destacan la oleada del desarrollo social de los gobiernos de izquierda en Sudamérica, así como el bolivarianismo propuesto por Hugo Chávez en Venezuela, que responde a un antagonismo con la política estadounidense en América Latina. [i]
El gobierno federal actual se ha esforzado discursiva e institucionalmente por mejorar las relaciones entre América Latina y Estados Unidos, pues es una apuesta que en el largo plazo beneficiaría a todo el continente americano. No por nada las únicas visitas del presidente al exterior se han realizado en el continente. Y es que hay que entender que no podemos mirar al siglo XXI como si aún estuviéramos en el siglo XX.
Las relaciones diplomáticas de los gobiernos neoliberales en México (en sintonía con los preceptos ideológicos de las élites políticas y económicas que las materializaron), se encontraban sumamente limitadas al contraerse a los intereses de los Estados Unidos, con el afán de seguir siendo una especie de “patio trasero” bien portado para los estadounidenses.
Sin embargo, el orden mundial bajo el cual se constreñía dicha forma de hacer política exterior ha cambiado. Las condiciones históricas nos colocan en una etapa de transición hacia un nuevo orden mundial, y el gobierno federal no ha dudado en actuar en esta ventana de oportunidad que se abre para México, al buscar posicionarse como interlocutor del continente, entre los países que culturalmente nos hermanan y nuestro vecino del norte. Inclusive, la posición geográfica que goza (o sufre) México nos coloca naturalmente en este enfoque. Las razones pueden ser distintas, pero el punto que más apremia a las autoridades mexicanas es la situación de la migración continental.
A nadie en nuestro país le es extraño el problema que estamos experimentando con las fuertes oleadas de migrantes centroamericanos, haitianos, cubanos y sudamericanos. Este problema se ha agudizado durante este sexenio, y responde a las problemáticas sociales, económicas y políticas que se experimentan en nuestro continente a raíz de las distintas medidas y políticas económicas no solo de Estados Unidos, sino de países desarrollados en general que, agudizan las condiciones de la clase trabajadora de nuestro continente.
Si el problema es continental, la solución también tendría que ser continental. Al ser un territorio de paso para el sueño americano de muchos migrantes, México ha tenido que asumir una postura conciliadora y transformadora en las políticas regionales que pretenden atender el problema. Y es que México es uno de los países que a largo plazo será de los más afectados.
Por otra parte, este orden político mundial que se encuentra en proceso de gestación invita a las distintas naciones a constituirse en regiones globales que constituyan afinidades políticas y económicas para el desarrollo regional. Durante su visita a Cuba, el presidente Andrés Manuel mencionó a su homologo Miguel Díaz-Canel que “… una nueva relación entre todos los países de América es posible… si la tendencia económica y comercial se mantiene, en otros 30 años China tendría el dominio del 64.8% del mercado mundial… desproporción económica inaceptable, y mantendría viva la tentación a resolver con el uso de la fuerza…”.[ii]
Nada más importante que, congruente con los principios del proyecto de transformación nacional, se procuren los caminos de la política para la resolución de conflictos entre las naciones. En este tenor, Estados Unidos ha cometido el error de seguir practicando las mismas políticas imperialistas sobre la región, lo que le ha impedido colocarse en una posición favorecedora para el nuevo orden mundial en construcción. China, a diferencia, ha comprendido que su posición en el nuevo orden va de la mano con el desarrollo regional de países que lo rodean, el más claro ejemplo es la inversión en infraestructura que la nueva ruta de la seda China ha concretado en otros países.
México asume así una posición de liderazgo y conciliación en el continente. La no exclusión de países con diferencias políticas y la aceptación del conflicto como algo inerte a las distintas formas de entender el mundo, dentro de nuevos canales político-institucionales de orden regional, es una apuesta concreta de interés que comienza a ser continental.
Distintos internacionalistas mexicanos colocan la propuesta diplomática mexicana como una visión de autogol, menoscabadora de intereses nacionales; pero no se puede entender el interés nacional de esta década sin la colaboración regional para el desarrollo, que se materializa en la propuesta de extensión de nuestros programas sociales a los países más vulnerables del continente; en la inserción de trabajadores migrantes a la seguridad social; en la colaboración de médicos cubanos en el sistema de salud en las zonas más pobres de nuestro país y en la exigencia de integración de países excluidos de la Cumbre de las Américas.
Los demócratas estadounidenses en el poder saben que no pueden ser omisos a esta situación regional en tiempos de elecciones en Estados Unidos, pues un importante porcentaje de votación hispana aguarda sigilosamente, por lo cual será sumamente interesante conocer cuál será la respuesta final del gobierno estadounidense a esta exigencia de integración a la cual se están uniendo distintos mandatarios latinoamericanos.
[i] Para conocer más sobre estas propuestas véase Hernández Nilson D. (2019). El Regionalismo latinoamericano del siglo XXI en clave discursiva. Auge y caída del bolivarianismo y el sudamericanismo neodesarrollista, en Briceño Ruíz J., Leal J., Rocha Valencia A., Serna Forcheri M. La integración latinoamericana en debate. Incertidumbre, formatos institucionales y caminos alternativos latentes (19-46). Editorial Teseo, Argentina. [ii] Andrés Manuel López Obrador. (8 de mayo de 2022). Mensaje de los presidentes de México y Cuba [Archivo de video]. Youtube https://www.youtube.com/watch?v=xK1OE2plL10