En medio del ajetreo y la modernidad, un acontecimiento inesperado sacude la cotidianidad de los habitantes de nuestro país: la Guerra de los Pasteles del Costco. Todo comenzó cuando la cadena de supermercados estadounidense Costco decidió implementar una limitación en la venta de pasteles y pays: solo se permitirían cinco unidades por socio en el mismo día en sus sucursales al interior del país.
El objetivo era claro: evitar la reventa de estos deliciosos productos que habían cautivado a los consumidores. La noticia desató una locura entre los clientes a los cuales la cadena llama “socios”. Las filas en las sucursales se volvieron interminables, y la gente se empujaba y gritaba para conseguir sus codiciados pasteles. Videos circularon en las redes, en los que incluso se reportaron peleas y altercados en medio de la desesperación por obtener alguna de las cajas de donas, panes de dulce o algún pay.
En nuestro México, mágico y musical, todo se puede y lo curioso de esta situación me hace recordar un episodio histórico del México del siglo XIX: la Guerra de los Pasteles de 1838. En ese conflicto, México se enfrentó a Francia debido a una deuda impaga de un pastelero francés con un comerciante mexicano. Un simple pastel se convertía en el detonante de un conflicto mayor. Aunque las dos guerras tienen sus diferencias históricas, compartían un elemento en común: causas casi irracionales. En ambos casos, la gente parecía comportarse de manera irracional por la obsesión de conseguir algo que, en el fondo, parece no tan importante.
Dos siglos después, un simple pastel vuelve a ser el epicentro de un conflicto, aunque esta vez no tenía consecuencias políticas tan graves. Pero la comparación entre ambas guerras, si bien puede parecer absurda, no carece de sentido. En ambos casos, se trata de una lucha por el acceso a un alimento, aunque en el siglo XIX los pasteles eran un símbolo de estatus social, mientras que en el siglo XXI son un producto de consumo masivo.
La Guerra de los Pasteles del Costco es un reflejo de nuestra sociedad polarizada actual, consumista y obsesionada con el materialismo y la superficialidad. También la evidencias de una condición profundamente clasista a la que se le han sumado dos bandos en redes sociales, creando debates y batallas desde las pantallas de celulares y computadoras, pero la gente está dispuesta a hacer cualquier cosa por conseguir un pastel, incluso en medio de una situación tan caótica como esta.
Lass “nenis”, como se hacen llamar a las revendedoras y también como las llaman en tono despectivo sus detractores. Habían encontrado la oportunidad de ganar dinero extra revendiéndolos, estas revendedoras ofrecían los pasteles a precios más altos que los de la tienda, y algunos incluso llegaban a duplicar su valor original. Sin embargo, no todas las revendedoras son iguales. Algunas se presentaban como “distribuidoras autorizadas por Costco” y justificaban sus precios más altos diciendo que ofrecen productos de mayor calidad y cortados con cuchillos de acero inoxidable, lo que supuestamente garantiza higiene y calidad.
Nos encontramos diferentes escenarios, entre los que destacan, las controversias en las redes sociales, donde la gente criticaba a las revendedoras por los precios inflados y cuestionaba su estatus de “distribuidoras autorizadas” y las discusiones acaloradas, con argumentos a favor y en contra de las revendedoras. Las revendedoras se han convertido en las figuras controvertidas en la sociedad del 2023. Algunos las veían como emprendedoras que aprovechaban una oportunidad de negocio, mientras que otros las acusan de inflar los precios y aprovecharse de la demanda desenfrenada de pasteles. Las y los Nenis, porque aquí también no es una cuestión de género, se han vuelto extremadamente populares en en lo que va del año y algunos revendedores han llegado a ganar una cantidad significativa de dinero con esta práctica. Los precios que se manejan en las redes sociales son sorprendentes, y la demanda parece no tener fin.
Mientras que los precios para 2023 varían según el producto y la disponibilidad, hablemos un poco de los precios para los socios de Costco en México: Chocofudge o Pastel de Bruce: 370 pesos. Pastel de chocolate: 279 pesos. Pay de nuez: 224 pesos. Pay de calabaza: 240 pesos. Chessecake tortuga: 249 pesos. Panqué de limón: 229 pesos ó el Chocoflan en 159 pesos.
Algunos revendedores están vendiendo los pasteles a precios mucho más altos, incluso llegan a vender una pizza entera por 400 pesos, esto sucedió en Mérida o una rebanada grande de pastel Matilda por 179 pesos, y un paquete de galletas por 265 pesos. Ganando en momentos más del 100% al precio del producto en tienda. En las redes sociales, las y los revendedores utilizan plataformas como TikTok y Facebook para promocionar sus productos. Algunos argumentan que sus precios más altos se deben a la calidad y la higiene, pero otros los critican por sacar provecho de la alta demanda. Caso curioso, los “distribuidores autorizados” o los que “acercan el producto de la tienda a tu casa y merecen ganarle algo” justificando así sus precios, pero algunas también son jefas y jefes de familia que ven en la reventa de los productos de la cadena, una opción más de sustento para sus familias. A pesar de las similitudes y diferencias entre las dos guerras de pasteles, una cosa era segura: la historia se repetía de manera extraña y surrealista.
La Guerra de los Pasteles del Costco aún no ha terminado, y la cadena de supermercados sigue manteniendo su restricción de ventas. El destino de esta historia continua la vía de la incertidumbre, pero una cosa era segura: Esta guerra se ha convertido en un episodio más de la peculiar historia de México, y uno de sus más surrealistas.
Lo cierto es que, esta Guerra de los Pasteles 2.0 continúa, con revendedores tratando de obtener ganancias en medio de la demanda, la tienda aprovechando el mercado para subir precios, batallas campales en las redes sociales, situaciones inesperadas y controversiales, convirtiendo simples pasteles en el centro de atención de la sociedad mexicana. ¿Hasta dónde llegará esta Guerra? Solo el tiempo lo dirá.