Con una conferencia magistral del doctor Ivan Ṡprajc inició el XXVIII Simposio Román Piña Chan, en la 33 Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), dedicado al arqueólogo Pedro Francisco Sánchez Nava (1951-2022), quien durante años hizo mancuerna con el investigador esloveno como parte de una arduo estudio sobre arqueoastronomía, mediante el cual realizaron mediciones de más de 500 orientaciones de edificios prehispánicos de México.
Al inaugurar el foro académico virtual, organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la coordinadora nacional de Arqueología, Martha Lorenza López Mestas, confió en que la memoria de su predecesor guiará este encuentro abocado a socializar la actualidad de la disciplina arqueológica en el país, en voz de siete investigadores de diferentes instituciones y universidades, el cual se complementará con una muestra fotográfica y un conversatorio en homenaje a Sánchez Nava, este domingo 9 de octubre en el Museo Nacional de Antropología (MNA).
En la transmisión por INAHTV, la especialista recordó a su colega como “un arqueólogo apasionado por los colores, sonidos y culturas de su México querido”, percepción con la que coincidió el experto del Centro de Investigaciones de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes, Ivan Ṡprajc, al evocar la investigación que juntos desarrollaron para profundizar en la relación entre las orientaciones de antiguas estructuras arquitectónicas con ciertos fenómenos celestes.
“Este trabajo nos permitió integrar un gran corpus de información y discernir varios grupos de orientaciones, así como determinar sus referentes astronómicos”, anotó el también autor, junto con Pedro Francisco Sánchez Nava, de los libros Aspectos astronómicos de la arquitectura maya en la costa nororiental de la península de Yucatán y Orientaciones astronómicas en la arquitectura de Mesoamérica: occidente y norte.
Además de identificar edificios con alineaciones hacia los extremos de la Luna, en aquellos con orientaciones solares registraron dos grupos: uno, respecto a los solsticios, y otro, a los cuartos de año. Del primero, pareciera que fueron las referencias más elementales para registrar las estaciones, por tanto, “tampoco es de extrañar que las orientaciones solsticiales sean frecuentes en la arquitectura temprana de Mesoamérica”.
Otro momento relativamente fácil de determinar, dijo Ṡprajc, son los llamados días de cuarto de año, correspondientes al 23 de marzo y 21 de septiembre, porque estas fechas, junto con los solsticios, dividen el año en cuatro periodos iguales, de aproximadamente 21 días, “así que la determinación de estos parece haber sido el paso siguiente que dieron los mesoamericanos en sus intentos de ubicarse en las estaciones anuales.
“Como parte de nuestra investigación, podemos afirmar que, pese a la opinión generalizada, en este antiguo territorio no se conocían los equinoccios astronómicos, algo que también soportan los testimonios epigráficos. El equinoccio es el momento cuando la declinación del sol es 0°. Si estas orientaciones hubieran sido comunes, tendríamos una concentración de declinaciones cerca de 0, pero no es así”, afirmó el arqueólogo esloveno.
Un ejemplo al que suele recurrirse, citó, es el fenómeno de la “bajada de la serpiente” por las escalinatas de El Castillo, en Chichén Itzá, durante el equinoccio; no obstante, este caso es interesante, porque su fachada principal, la cual da al norte, está alineada a las puestas del sol del 20 mayo y del 24 de julio, intervalos significativos, sobre todo porque coinciden con veintenas y trecenas, periodos base del calendario prehispánico.
Entonces, ¿para qué servían las alineaciones? Ṡprajc sostuvo que estas posibilitaban el manejo de calendarios observacionales para la predicción de las fechas ritualmente importantes del ciclo agrícola.
“Con este tipo de orientaciones era relativamente fácil predecir las fechas, incluso cuando las observaciones directas estaban impedidas por la nubosidad. Además, hay que saber que los rituales debían prepararse con anticipación, además de que la confirmación de esta conclusión a la que llegamos la encontramos también en los datos etnográficos. Un buen número de fechas siguen siendo importantes en la actualidad dentro del ciclo agrícola para realizar ceremonias, las cuales coinciden aproximadamente con las marcadas con frecuencia por las orientaciones prehispánicas, aunque ya ligadas al santoral cristiano”, finalizó.
Fuente: INAH / Foto: Cortesia